66 ANIVERSARIO DE LA PROVINCIA MARISCAL LUZURIAGA POR JULIO ROLANDO VILLANUEVA SOTOMAYOR

FELIZ 66 ANIVERSARIO PROVINCIA MARISCAL LUZURIAGA - ANCASH

12 DE ENERO 2022


La provincia Mariscal Luzuriaga, fue creado el año 1956 mediante el cúmplase a una ley que había acordado el congreso. Fue firmado en palacio de gobierno por el presidente Manuel A. Odría el 12 de enero de dicho año. Esa noticia fue recibida con justo regocijo por los habitantes de Piscobamba, la capital de la novísima provincia. Con ferviente alborozo se celebró la nueva categoría administrativa y la fiesta de San Pedro y San Pablo de dicho año (28-29 de junio) fue realmente inolvidable. Los capilleros, mayordomos y demás responsables de la festividad pusieron todo el empeño para que el cielo piscobambino haga eco al estentóreo sonido de los cohetes y cohetecillos y se encienda con las luces fulgurantes de los juegos artificiales que expandían por los aires infinidad de formas y figuras. Los humos que bajaban de la bóveda celeste se mezclaban con los que subían lleno de oraciones y sahumerios. Por momentos, el hermoso cielo serrano parecía cubrirse con blancas guirnaldas, con relucientes claveles y hermosas rosas de paz. En calles y plazas los calzados de los danzantes bruñían los empedrados con fuerza, sacando chispas de alegría. 3 Los danzantes, ¡ah!, los danzantes, aparecían por todas las bocacalles vestidos de mil colores y con disfraces llenos de monedas de plata de todos los tamaños y nomenclaturas. Cuando se juntaban dos o tres comparsas, o todas ellas como en las procesiones, la música desaparecía, se imponía el respeto y el cura con cáliz en mano dirigía la solemne marcha alrededor de la plaza de armas. Solo se escuchaba el tilín, talán de la campanilla y los cantos del coro de damas de las cofradías. Los arabescos que dibujaban los bailarines, yendo y viniendo ante los santos Pedro y Pablo, que eran llevados en andas especiales, se convertía en pintura abstracta, movible, instantánea de pocos minutos y, ¡zas!, a mostrar otra escena artística. En cada capilla se rezaba, cantaba y descansaba; admirando los adornos. También descansaban los portadores de andas, muy pesadas, difíciles de cargar, y de manera coordinada ponían sus patas en el suelo, “¡no dejen que se incline!, ¡cuidado!, ¡se está tambaleando!” -recordaba siempre el preocupado capataz. Otros portadores ya estaban preparados para llevar el anda, mientras los primeros se secaban el sudor de sus frentes, felices por el honor de haber cargado a los santos patronos. La capilla era imitación del templo, en pequeño. Sus enormes postes hacían de torres y en la parte superior llevaban banderas y escudos de varios colores. El pequeño templo, construido con madera y tela, tenía un improvisado altar en donde el cura exponía la Sagrada Eucaristía para que el público lo vea y admire. El rezo del Rosario era infaltable, así como los cánticos religiosos. La campana de la torre principal del pueblo volvía a repicar una vez, y …otra vez, cuando el campanero cogía el badajo y dejaba que se topetee con el labio y borde de la campana al ver que la multitud empezaba a moverse hacía la otra capilla. Terminada la procesión y después que la imagen de Cristo y de los santos apóstoles eran reingresados al templo principal para su merecido reposo, se desataba el fervor popular en toda su magnitud. Los conjuntos de danzantes competían con sus bailes y su música. Iban de capilla en capilla para danzar frente a ella y recibir el homenaje, que consistía en chicha y cerveza; comida: “de cuando en vez”. El guía de los danzantes ofrecía una flor a una persona del público, bailaban en su honor, y éste estaba obligado a dar una cantidad de dinero, en un acto de reciprocidad. Las bombardas crujían por doquier y la plaza de armas se llenaba de bailarines y músicos de todo tipo, mientras que un selecto grupo de personas se dirigía a la casa del mayordomo principal al ágape del día. Ocho días duró este acontecimiento y fue intercalándose con corridas de toros, jugada de gallos, carrera a las cintas, concurso de caballos de paso y encuentros de fútbol. En fin, largo sería detallar todo lo que se vivió en esa semana memorable, de muchos gratos recuerdos, efusividad, promesas mil y un millón de esperanzas. 66 AÑOS(apreciación crítica) Hoy, la provincia Mariscal Luzuriaga cumple 66 años de existencia y solo hay que celebrar el paso de dicho tiempo, el cumpleaños, un aniversario más, pero en el espacio geopolítico de la provincia no ha ocurrido lo que debía ocurrir; esto es: el crecimiento y el desarrollo. La provincia ni siquiera ha gestionado su auténtica identidad. No ha habido interés municipal ni institucional para ponerle el nombre completo: provincia Mariscal Toribio de Luzuriaga, que es el cargo militar y el nombre del mentor, del adalid, del héroe a quien se le quiere recordar, homenajear y reconocer el tremendo sacrificio que hizo por cuatro patrias del América del Sur. 4 ¿Qué pasa con nuestro DNI si le falta una tilde, o una letra está mal escrita, si en vez de la S se ha puesto la Z, etc., etc.? Anula nuestra identidad y hay que hacer una gestión especial para que se reconozca tal como es: nombres y apellidos. Provincia Mariscal Luzuriaga no condice con la provincia Mariscal Toribio de Luzuriaga, por lo que pedimos a las autoridades correspondientes hacer las gestiones ante el Congreso de la República del Perú para que dé una ley haciendo la enmendadura correspondiente. Hay un ejemplo de este hecho en el departamento der Áncash. La provincia Antonio Raymondi estaba escrito así, con “y” griega. Los llamellinos reclamaron y se dio una ley especial con la escritura correcta: provincia Antonio Raimondi. Mucho más que esto, más grave aún, es la deprimente realidad que tiene nuestra provincia. Durante estos 66 años ha sido abandonado por el gobierno y en estos 66 años no ha contado con el esfuerzo de sus actuales habitantes, menos con la capacidad e interés de sus autoridades, muchas de las cuales asumieron la alcaldía por suerte, demagogia o por cazurros arreglos electorales. La provincia está entre los más pobres del país, los menos educados, con pésima calidad educativa, y ha obligado al INEI a ubicar a Piscobamba entre las capitales provinciales de permanente descenso demográfico, a tal extremo que el distrito de Piscobamba está considerado como “zona rural”, habiendo perdido su categoría de sede de pueblo citadino. Pareciera que su destino corre paralelo al destino que le tocó vivir al Primer Gran Mariscal del Perú, Toribio de Luzuriaga, quien de la “gloria pasó al ocaso”, de la heroicidad al ostracismo, del vívido reconocimiento de sus dotes militares al olvido, de las páginas notables que escribió al oscurantismo histórico. Ojalá que en poco tiempo la antena del destino cambie, así como va cambiando el reconocimiento de todos los valores que le adornaron a don Toribio de Luzuriaga. Que la provincia que lleva su nombre se identifique plenamente con la suya, que se muestre interés en su desarrollo y se hagan todos los esfuerzos para reivindicar su gloriosa historia. 

Julio R. Villanueva Sotomayor Director dela revista “Sumaq Ñawi Rcaq” 

Lima, 12 de enero de 2022 

ÉPOCA DE GLORIA (testimonio histórico) El general Toribio de Luzuriaga fue enviado por San Martín, su jefe y compadre, a Guayaquil para ayudar en los primeros movimientos de su independencia. Esa zona era todavía dependiente del Perú y sus avatares libertarios. Viajó con el general Tomás Guido, otro hombre de confianza del Libertador del Sur. Ambos realizaron extraordinaria labor y Luzuriaga llegó a ser jefe del primer ejército patriota de Guayaquil y preparó un batallón muy importante.



En Guayaquil se reconoció su capacidad militar, su inteligencia y su empatía. Era un hombre bien plantado, simpático en su conversación y su trato. Pero, San Martín lo requería en el Perú y tenía que regresar. Las damas de Guayaquil, al saber esa noticia, le escribieron una carta, fechada el 9 de enero de 1821. 

5 CARTA DE LAS DAMAS DE GUAYAQUIL “ Señor General: “. La suerte de este país está precisamente vinculada en la residencia de usted en él, y convencidas las señoras de esta verdad, hemos resuelto representarlo a usted por medio de este manifiesto público, que será el mejor garante de nuestros deseos. Pedimos a usted que tenga en consideración cuánto habremos vacilado para tomar esta determinación en que el recelo de no ser entendidas compromete el amor propio de las damas; pero por todo hemos atropellado impulsadas por el amor de la patria, que es preferible al de sí misma. ¿Y será posible que usted, que tiene dadas pruebas de no haber sacrificios por ella, permita que seamos víctimas de la tiranía? ¿Será creíble que usted se vaya dejándonos naufragar como si estuviésemos en un mar inmenso combatidas por las olas, y no fuese usted compasivo a dar la mano a quien ahogarse piensa? No, no lo creemos; el carácter de usted es bien conocido por todas, y éste alimenta nuestras esperanzas. Permita el cielo que no nos haga usted tocar el desengaño, pues si así fuese, caeríamos en un desaliento moral; pero, ¿para qué acordarnos? ¿Cómo recelar nuestro total exterminio cuando nuestro generoso, a quien aclamamos, sabe cumplir con los votos uniformes de sus conciudadanos? “ Y en fin, señor, si usted tuviera la bondad de unir el suyo a los nuestros, la gratitud no tendría límites; y la patria obligada por tan generoso sacrificio, sabrá corresponder a usted, y muy particularmente las abajo firmadas. “ Patria y libertad, y usted nuestro redentor. “ 

(Fdo.) María Eugenia Llaguno e hijas, Manuela Garaicoa de Calderón e hijas, Francisca Bernal, Caterine Joly de Villamil, Ana de Villamil, Juana Garrichategui e hijas, Petrea Bernal e hijas, Baltazara de Larrea, Marcelina de Herrera Campuzano, Juana Gómez Cornejo, Jacinta Gómez Cornejo, Josefa Gómez Cornejo, Ana Bárcela, Manuela Carbó, Mercedes Llaguno, María del Rosario Chatar e hijas, María Francisca Anzuategui e hijas, Dolores Abad de Aguirre e hijas, María del Campo, Dolores Plaza”. 

En la misma fecha, 9 de enero de 1821, el general Luzuriaga contestó a las peticiones explicándoles los motivos por los cuales no podía acceder a quedarse en Guayaquil. “Señorita de todo mi respeto: -decía-. “Si después del honor y el amor a la patria hay algún sentimiento poderoso para mi corazón, ninguno sería superior al deber de pagar como hombre y como militar toda mi deferencia a las insinuaciones apreciables con que usted honra en la representación que se ha servido suscribir para que permanezca en esta ciudad; pero no ha de permitir usted, señorita, asegurarle que mi considero tan próximo el peligro en que se juzga a esta provincia, ni mis trabajos llenarían los deseos de usted ni los míos; motivos sagrados que he explanado al gobierno, me convencen de la esterilidad de mis esfuerzos por ahora. Yo vuelvo a un ejército cuyo general fijará sus ojos inmediatamente sobre esta benemérita provincia; y si me tocase tornar a servirla, mi mayor orgullo será acreditar que un pueblo que abriga en su seno amable sentimientos tan honorables, merece mi último sacrificio. Entretanto, estoy persuadido de que el actual gobierno vela con interés por la suerte de esta provincia, cuya memoria me será siempre tan grata como indeleble la gratitud a la distinción que sin mérito dispensa usted, señorita, a su más rendido servidor q.s.p.b.”. 

6 ÉPOCA DEL OCASO(conmovedor testimonio histórico) En una carta conmovedora, fechada en el año 1865, la viuda de Luzuriaga delata la heroica vida de su esposo, el ostracismo que sufrió y pide ayuda al gobierno argentino. “ Pergamino, Mayo, 1865 “ Exmo. Señor Presidente de la República, Brigadier General don Bartolomé Mitre. “ Exmo señor: “ He fluctuado para dirigirme a V. E., abatida ante mis desgracias domésticas; pero las instancias de mis parientes y buenos amigos de esa capital, y el recuerdo obligante de la atención que V. E. se sirvió prestar a mi carta de súplica por la excepción del servicio militar de mi hijo único, han reanimado mi espíritu para esta resolución. “ Contribuyen también a la esperanza de la ejecución de mi propósito, en el asunto de que voy a ocupar a V. E., el reconocido entusiasmo de V. E. por las glorias de nuestra Patria en la guerra de su Independencia, y el doloroso sentimiento por la desventuradísima suerte que ha cabido a sus servidores, que V. E. ha tenido ocasión de demostrar como poeta. “ Viuda del general de esta República don Toribio de Luzuriaga, anciana, retirada en este pueblo de campo, sin recursos de subsistencia, faltándome la pensión de viudedad. “ A que tengo títulos por los dilatados y distinguidos servicios que mi esposo, me encuentro en el caso de ocurrir a los sentimientos de justicia de V. E., bien para recomendar al Soberano Congreso, para que la enunciada pensión me sea acordada, o para que tenga esto efecto en la forma y términos que V. E. considere arreglados. “ V. E. estimará debidamente mi solicitud, desde que sepa que mi esposo el general don Toribio de Luzuriaga empezó su carrera en clase de alférez en 1801 en el regimiento de Dragones al mando del brigadier don Nicolás de la Quintana, abriendo una campaña sobre el Estado Oriental por disposición del Virrey, con motivo de la guerra entre Inglaterra y España, asistiendo después a los hechos de armas que tuvieron lugar en rechazo de las invasiones de los ingleses en 1806 y 1807, por cuyos acontecimientos tuvo ascensos sucesivos hasta llegar a capitán en este último año. “ Sobrevino la gloriosa revolución del 25 de Mayo de 1810, teniendo ya mi esposo el grado de teniente coronel de Artillería, y a cuyo movimiento ayudó y cooperó eficazmente, obteniendo la efectividad de sargento mayor por el gobierno Patrio, en cuya clase marchó a la primer campaña de nuestro ejército sobre el Alto Perú en diciembre de 1810. “ Vuelto a Buenos Aires, para formar el Regimiento 7mo. de la Infantería de línea, de que el gobierno general lo hizo coronel, regresó nuevamente con su cuerpo al Perú en 1813 para proseguir las operaciones de la guerra a las órdenes del general don Manuel Belgrano, asistiendo a todas las batallas que allí se dieron, y quedando destrozado y en cuadro su regimiento en la desgraciada acción de armas de Sipe-Sipe. “ El Director del Estado lo llamó en seguida, por los sucesos de la época, al gobierno de Corrientes, que le confirió, de donde regresó nombrado ministro de la Guerra en 1815, con el ascenso a general. “ A mediados de 1816 marchó mi esposo, por orden superior, al ejército de los Andes, que organizaba en Mendoza el ilustre general don José de San Martín, que ejercía a la vez el gobierno 7 de Cuyo, nombrándosele al general Luzuriaga sucesor en este mando, para que cooperase con los recursos inmediatos de estas tres provincias, al equipo, remonta y reunión de todos los elementos de esa expedición, a que poderosamente contribuyó. “ Pasó después a Chile, cuyo Estado lo honró con la clase de Mariscal de campo. “ Preparado el ejército expedicionario, se embarcó en Valparaíso a las órdenes del general San Martín, siendo el general Arenales y mi esposo quienes tenían la alta graduación de generales en esta gloriosa expedición, como lo manifiesta el estado de ese ejército publicado en las Memorias del coronel don José Arenales, hijo de aquel general. “ Tomada Lima, el general Luzuriaga avanzó de orden superior sobre Guayaquil, que ocupó militarmente, de donde regresó a ejercer la presidencia de cinco provincias, Huaylas, Huarás, etc. etc., elevándolo el gobierno del Perú a la clase de gran mariscal. “ Ahí concluyó su carrera militar, regresando a Buenos Aires, donde grandes contrastes de fortuna le ocasionaron un fin trágico que nos hundió en el dolor y la desventura. “ V. E. ha tenido ocasión, con estas referencias, de imponerse de los servicios de mi esposo, para la fundación de la independencia de estos países, de apreciar su importancia, y el presentimiento de la rectitud de ese juicio aviva mi esperanza, porque V. E. alcanza la trascendencia de actos tales de reparación y de justicia, presentando así ejemplos moralizadores a pueblos nuevos, para hoy y para siempre, con el honroso respeto a la memoria de sus hombres notables y debida consideración para sus deudos. “ Soy con todo respeto de V. E. muy atenta y segura servidora. “ Exmo. Señor. “Josefa Cavenago de Luzuriaga”. ¿Qué se puede agregar a estas palabras? Son de una mujer devota de su marido, al que lo tiene en el pináculo de su admiración, pero quiere que también otros lo tengan. De ahí, la exacta descripción biográfica de Toribio de Luzuriaga. ¿Qué se puede agregar a la carta petitoria? ¿Más lamentos? ¿Más sinceridad en las expresiones? ¡No! y ¡no! Una viuda de un distinguido militar sin ayuda de nadie. Es increíble. Es una deshonra para quienes en esos momentos estaban en la cúpula del poder y es un punto negro en la historia de las patrias que estaban naciendo. Dolor, terrible dolor. ----- 

FUENTE: Villanueva Sotomayor, Julio: Toribio de Luzuriaga; 



Lima; diciembre de 2021

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